martes, 8 de noviembre de 2011

PERIODICO EL COLOMBIANO | Medellín | Publicado el 4 de noviembre de 2011



Entre muros el teatro es existencial


EL GRUPO FRACTAL Teatro reflexiona sobre la vida y la libertad, basados en una propuesta de Sartre, para su temporada de estreno

Salvo tres sillas no hay nada más. Ni ventanas. Y la puerta es relativa: está condenada a un camarero, que no la deja abrir.

Sartre proponía que fuera la habitación de un hotel. Ellos propusieron una habitación atemporal, sin ninguna característica. Sin tiempo. Puede ser cualquier lugar.

En las cuatro paredes o, en ese Entre muros, como se llama la obra estreno de esta semana del grupo Fractal Teatro, hay, contando al camarero, cuatro sujetos (dos mujeres y un hombre) escogidos deliberadamente.

Mario Sánchez, el director, lo explica casi sin respirar: "Esta propuesta nace de una pregunta que tenía Jean Paul Sartre del existencialismo, y es si el hombre es libre o no. Finalmente Sartre propone que el hombre es libre, pero su libertad termina donde comienza la libertad del otro. En esa medida somos completamente consecuentes con las acciones y debemos ser conscientes de lo que hacemos y queremos hacer, o sea que somos responsables de nuestros propios actos".

La obra, que Mario conocía hace unos 15 años, es una versión libre de A puerta cerrada, del filósofo francés.

La premisa con la que el grupo empezó y que es la pregunta que se hace uno de los personajes es "si puede juzgarse una vida por un solo acto", añade el director. Cada personaje tiene la pregunta, que tendrá que ver con si esa condena, ese infierno existencial, es justificada o no.

"Dentro del contexto de la narrativa de la obra el público va a encontrar una serie de circunstancias en los que puede descubrir por qué los protagonistas están condenados". Y se podrá poner en contra o a favor. Todo depende. El infierno, al fin y al cabo, lo decidieron ellos.

La escena es responsable
El escenario está casi vacío, salvo por lo de las sillas. Todo el desarrollo está a partir de la representación y la interpretación de los actores. No hay un efecto sonoro o visual que se la juegue con el argumento o sorprenda, de repente.

"Aquí hay una particularidad y es que la obra está contada al revés. De atrás para adelante", explica Mario. Comienza en pleno conflicto. Casi que ni espera que las luces se prendan. Después vienen las explicaciones, las preguntas, las reflexiones, el infierno y la vida misma.

La pretensión no tiene que ver con resolver si existe o no el azar, si hay un destino trazado e inevitable. Tiene que ver con la constante construcción del proyecto existencial que cada uno se gesta, que pasa, en parte, por la fractura entre las relaciones humanas.

El infierno no es físico, ni moral. "El teatro hace un énfasis. No quiere hacer ninguna posición moral, porque no es el objetivo -reitera el director -. Qué tan responsable somos de nuestros actos, qué tan consecuentes son esas respuestas frente a lo que hacemos".

Tres personajes y esa pregunta. Ochenta minutos. Un cuarto. La luz a veces es roja. Y los hombres a veces son culpables. O no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario