DISCIPLINA PERSONAL.
Vendrá el
tiempo en que tengas tu lugar en el escenario. Pero antes de tenerlo, me
gustaría decir algunas palabras acerca de la preparación que se necesita para
ese día.
Con el
fin de hacer exitosa tu aparición, será importante para ti que te sientas
plenamente parte de la obra. Por tanto, aprende bien con el propósito de
cultivar esta capacidad de sentirte a ti mismo en el contexto de la obra.
Sin
embargo, para que esto sea posible, repito: debe haber primero una atmósfera de
simpatía en el teatro. Y eres únicamente tú, por ti solo, quien puede ayudar a
crear esa atmósfera mediante tu propia disciplina personal.
Permítame
extenderme un poco más sobre esto…
ACTITUD MENTAL
La
vida en el teatro tendría que ser el paraíso terrenal para nosotros los
actores. Todo aquel que perturbe este paraíso tiene que ser o echado de él o
neutralizado.
Es
obligación de nosotros mismos llevar al teatro sólo aquellos sentimientos que
son positivos, alentadores y jubilosos. Tendrá que sernos fácil sonreír, puesto
que después de todo, estamos aquí comprometidos con lo que más amamos en el
mundo: el teatro.
Esta
actitud mental tenemos que aplicarla obligatoriamente no sólo a los actores
sino también a los productores en sus oficinas.
Tendrán
que entender que el teatro no es un negocio, una tienda o un banco donde la
gente está pronta a cortarse el gaznate por dinero.
Mi
convicción es firme a este aspecto. Creo incluso que el productor y el más
humilde empleado del teatro tendrán que ser en el fondo unos artistas. Tendrán
que comprender el arte al que sirven.
UNA ATMÓSFERA DE SIMPATÍA
Ya
puedo oír las objeciones a lo que acabo de decir. Se argumentará que la tarea
del productor es procurar la estabilidad financiera, los gastos, las pérdidas y
los salarios.
Pero
a partir de mi experiencia, sé que cualquier cosa y cualquier persona que ayude
a crear una atmósfera de simpatía en el teatro, tendrá también una adición
sustancial a su ganancia material.
Esta
atmósfera de simpatía tiene también que inculcársele al público si su
conocimiento. De esta manera, los haremos regresar, los elevaremos mientras
están en el auditorio e incrementaremos su deseo de buscar entretenimiento
ulterior en el teatro.
¿Se
han dado cuenta de lo sensible que es el público a lo que ocurre detrás de los
telones? No es únicamente la confusión en el escenario lo que arruina una
representación.
El
más ligero desorden, ruido, grito o parloteo durante los intervalos se
transmiten por sí solos al público y distraen la representación. En cambio es
el orden, la calma y la disciplina lo que se necesita para crear una atmósfera
de simpatía.
NINGÚN PAPEL MENOR
Cuando
hablamos de disciplina personal también queremos decir que debe haber una
observación respecto a los celos que se deslizan en la vida de un actor.
En
esta categoría de sentimientos negativos, se pueden incluir toda clase e
intrigas, el reclamo de papeles y la persecución continua del éxito por el
éxito mismo.
Al
ser más fuertes que los que no son capaces de observarse a sí mismos y que se
permiten ser envidiosos y comienzan con sus intrigas, no deben tener
contemplaciones para eliminarlos del teatro. Y ello también se aplica en una
compañía, hacia los actores que en ese momento no tienen papeles y que no están
actuando en una obra en particular.
Y
para los actores que intrigan por lo insatisfechos que están con la longitud de
sus papeles, se les debe decir sencillamente que no existen papeles menores
sino únicamente actores pequeños. No hay excusa para nadie que se ame a sí
mismo en el teatro antes que al teatro
en sí mismo.
A
ellos se les debe señalar con firmeza la puerta de salida.
IMPORTUNANDO AL TEATRO
Sé
que no toda intriga y habladuría que tiene lugar en el teatro puede ser
eliminada por completo. Y tampoco es siempre posible excluir a un artista
talentoso del teatro porque su carácter no es tan bueno como nos gustaría que
fuese, o porque contraría a los demás en sus aproximaciones positivas.
Pienso
que estaremos de acuerdo en que a veces un artista realmente talentoso tiene
que ser perdonado. Pero al mismo tiempo, se deben tomar todas las precauciones
por los otros actores para dejar inofensivo a tal individuo.
Si
a un microbio se le da la oportunidad de crecer en el teatro, pronto se convertirá
en un peligro para la organización entera. A la compañía o al grupo se le tiene
que dar un antídoto.
Entonces,
estará a salvo de las intrigas del “genio” y él no estará en posición de
importunar el bienestar del teatro.
Alguna
gente dirá que esto es tomar una actitud demasiado idealista. Se reirán y dirán
que sería necesario reunir santos y no actores para constituirlos en compañía,
con el fin de dar con el tipo de teatro que estoy describiendo.
Tengo
que admitir que no he sido muy paciente con esta gente pesimista. Sencillamente
les digo que no hay esperanza al intentar hacer buenos actores a partir de un
material malo.
UN CAMBIO CAPRICHOSO
¿Tendría
cualquiera respeto o se dejaría influenciar positivamente por un actor que
interpreta los más nobles sentimientos e ideales en el escenario pero que
muestra una naturaleza humana baja en su vida diaria? No lo creo.
No
se puede vivir como un filisteo fuera del escenario y luego repentinamente
transformarse en un Shakespeare cuando sube el telón.
Pero
un actor así está muy fuera de lo ordinario. Su talento es tan grande que en un
momento creativo es capaz de olvidar instantáneamente todo lo que degrada y
corrompe su vida. Sin embargo, esto no es algo que tenemos que emular.
Sería
interesante saber si esa clase de cambio caprichoso es accesible a cualquiera. No
creo que lo sea. Quizá el genio lo obtenga porque recibe inspiración divina. Pero
la mayoría de nosotros tenemos que consagrar nuestra vida entera a trabajar
duro para encontrar la inspiración.
Además,
¿quién puede decir si el otro rio de actor que es capaz de este cambio
instantáneo de carácter realmente ha extraído todo el poder que yace en él? ¿No
es posible que lo hubiera hecho todavía mejor en su actuación si hubiera
desarrollado sus cualidades más positivas como individuo?
Es
cierto que a Mochalov se le decía que era muy distinto como persona en su vida
privada. Pero entonces ¿por qué tendríamos que imitar su vida privada? Lo que
tiene que ser más importante para nosotros, es que en el escenario é llevó a
cabo muchas otras vidas que eran más importantes, más inspiradores y más
valiosas que su propia vida privada.
EL GENIO
Al
estar en el tema de la disciplina personal y la genialidad, tenemos que
recordar de una vez por todas, que no debemos tomar al genio como modelo. Como todos
sabemos, un genio es una persona aparte. Todo lo hace a su manera.
Hay
muchas historias sobre los hombres de genio en el teatro. La imagen más popular
de ellos es la de la bohemia, que les permitía toda clase de vicios para luego
agitar a su público en un frenesí de entusiasmo por la noche…
Sin
embargo, en lo que a teatro se refiere, eso está lejano de la verdadera
historia. Los que tuvieron contacto cercano con artistas tan grandes como la
Duse, Salvini, Rossi y otros, relatan que estas personas condujeron sus vidas
privadas de tal forma que no dejaban de igualar a su genio.
Y
eso ciertamente requiere disciplina personal.
STANISLAVSKI,
Konstantin. ÉTICA Y DISCIPLINA – MÉTODO DE
ACCIONES FÍSICAS. Col Escenología. México. 1980. Cap. 5 Pag. 28.
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