domingo, 29 de abril de 2012


 


DISCIPLINA PERSONAL.





            Vendrá el tiempo en que tengas tu lugar en el escenario. Pero antes de tenerlo, me gustaría decir algunas palabras acerca de la preparación que se necesita para ese día.
         Con el fin de hacer exitosa tu aparición, será importante para ti que te sientas plenamente parte de la obra. Por tanto, aprende bien con el propósito de cultivar esta capacidad de sentirte a ti mismo en el contexto de la obra.
         Sin embargo, para que esto sea posible, repito: debe haber primero una atmósfera de simpatía en el teatro. Y eres únicamente tú, por ti solo, quien puede ayudar a crear esa atmósfera mediante tu propia disciplina personal.
         Permítame extenderme un poco más sobre esto…

ACTITUD MENTAL

         La vida en el teatro tendría que ser el paraíso terrenal para nosotros los actores. Todo aquel que perturbe este paraíso tiene que ser o echado de él o neutralizado.
         Es obligación de nosotros mismos llevar al teatro sólo aquellos sentimientos que son positivos, alentadores y jubilosos. Tendrá que sernos fácil sonreír, puesto que después de todo, estamos aquí comprometidos con lo que más amamos en el mundo: el teatro.
         Esta actitud mental tenemos que aplicarla obligatoriamente no sólo a los actores sino también a los productores en sus oficinas.
         Tendrán que entender que el teatro no es un negocio, una tienda o un banco donde la gente está pronta a cortarse el gaznate por dinero.
         Mi convicción es firme a este aspecto. Creo incluso que el productor y el más humilde empleado del teatro tendrán que ser en el fondo unos artistas. Tendrán que comprender el arte al que sirven.

UNA ATMÓSFERA DE SIMPATÍA

         Ya puedo oír las objeciones a lo que acabo de decir. Se argumentará que la tarea del productor es procurar la estabilidad financiera, los gastos, las pérdidas y los salarios.
         Pero a partir de mi experiencia, sé que cualquier cosa y cualquier persona que ayude a crear una atmósfera de simpatía en el teatro, tendrá también una adición sustancial a su ganancia material.
         Esta atmósfera de simpatía tiene también que inculcársele al público si su conocimiento. De esta manera, los haremos regresar, los elevaremos mientras están en el auditorio e incrementaremos su deseo de buscar entretenimiento ulterior en el teatro.
         ¿Se han dado cuenta de lo sensible que es el público a lo que ocurre detrás de los telones? No es únicamente la confusión en el escenario lo que arruina una representación.
         El más ligero desorden, ruido, grito o parloteo durante los intervalos se transmiten por sí solos al público y distraen la representación. En cambio es el orden, la calma y la disciplina lo que se necesita para crear una atmósfera de simpatía.

NINGÚN PAPEL MENOR

         Cuando hablamos de disciplina personal también queremos decir que debe haber una observación respecto a los celos que se deslizan en la vida de un actor.
         En esta categoría de sentimientos negativos, se pueden incluir toda clase e intrigas, el reclamo de papeles y la persecución continua del éxito por el éxito mismo.
         Al ser más fuertes que los que no son capaces de observarse a sí mismos y que se permiten ser envidiosos y comienzan con sus intrigas, no deben tener contemplaciones para eliminarlos del teatro. Y ello también se aplica en una compañía, hacia los actores que en ese momento no tienen papeles y que no están actuando en una obra en particular.
         Y para los actores que intrigan por lo insatisfechos que están con la longitud de sus papeles, se les debe decir sencillamente que no existen papeles menores sino únicamente actores pequeños. No hay excusa para nadie que se ame a sí mismo en el teatro antes que al teatro  en sí mismo.
         A ellos se les debe señalar con firmeza la puerta de salida.

IMPORTUNANDO AL TEATRO

         Sé que no toda intriga y habladuría que tiene lugar en el teatro puede ser eliminada por completo. Y tampoco es siempre posible excluir a un artista talentoso del teatro porque su carácter no es tan bueno como nos gustaría que fuese, o porque contraría a los demás en sus aproximaciones positivas.
         Pienso que estaremos de acuerdo en que a veces un artista realmente talentoso tiene que ser perdonado. Pero al mismo tiempo, se deben tomar todas las precauciones por los otros actores para dejar inofensivo a tal individuo.
         Si a un microbio se le da la oportunidad de crecer en el teatro, pronto se convertirá en un peligro para la organización entera. A la compañía o al grupo se le tiene que dar un antídoto.
         Entonces, estará a salvo de las intrigas del “genio” y él no estará en posición de importunar el bienestar del teatro.
         Alguna gente dirá que esto es tomar una actitud demasiado idealista. Se reirán y dirán que sería necesario reunir santos y no actores para constituirlos en compañía, con el fin de dar con el tipo de teatro que estoy describiendo.
         Tengo que admitir que no he sido muy paciente con esta gente pesimista. Sencillamente les digo que no hay esperanza al intentar hacer buenos actores a partir de un material malo.

UN CAMBIO CAPRICHOSO

         ¿Tendría cualquiera respeto o se dejaría influenciar positivamente por un actor que interpreta los más nobles sentimientos e ideales en el escenario pero que muestra una naturaleza humana baja en su vida diaria? No lo creo.
         No se puede vivir como un filisteo fuera del escenario y luego repentinamente transformarse en un Shakespeare cuando sube el telón.
         Pero un actor así está muy fuera de lo ordinario. Su talento es tan grande que en un momento creativo es capaz de olvidar instantáneamente todo lo que degrada y corrompe su vida. Sin embargo, esto no es algo que tenemos que emular.
         Sería interesante saber si esa clase de cambio caprichoso es accesible a cualquiera. No creo que lo sea. Quizá el genio lo obtenga porque recibe inspiración divina. Pero la mayoría de nosotros tenemos que consagrar nuestra vida entera a trabajar duro para encontrar la inspiración.
         Además, ¿quién puede decir si el otro rio de actor que es capaz de este cambio instantáneo de carácter realmente ha extraído todo el poder que yace en él? ¿No es posible que lo hubiera hecho todavía mejor en su actuación si hubiera desarrollado sus cualidades más positivas como individuo?
         Es cierto que a Mochalov se le decía que era muy distinto como persona en su vida privada. Pero entonces ¿por qué tendríamos que imitar su vida privada? Lo que tiene que ser más importante para nosotros, es que en el escenario é llevó a cabo muchas otras vidas que eran más importantes, más inspiradores y más valiosas que su propia vida privada.

EL GENIO

         Al estar en el tema de la disciplina personal y la genialidad, tenemos que recordar de una vez por todas, que no debemos tomar al genio como modelo. Como todos sabemos, un genio es una persona aparte. Todo lo hace a su manera.
         Hay muchas historias sobre los hombres de genio en el teatro. La imagen más popular de ellos es la de la bohemia, que les permitía toda clase de vicios para luego agitar a su público en un frenesí de entusiasmo por la noche…
         Sin embargo, en lo que a teatro se refiere, eso está lejano de la verdadera historia. Los que tuvieron contacto cercano con artistas tan grandes como la Duse, Salvini, Rossi y otros, relatan que estas personas condujeron sus vidas privadas de tal forma que no dejaban de igualar a su genio.
         Y eso ciertamente requiere disciplina personal.

STANISLAVSKI, Konstantin. ÉTICA Y DISCIPLINA – MÉTODO DE ACCIONES FÍSICAS. Col Escenología. México. 1980. Cap. 5 Pag. 28.

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